martes, 30 de agosto de 2011

Cap 3 ~ El Banquete~ Tercera parte~ [Historia de una Hada]

El salón principal estaba decorado magníficamente. La fría y oscura obsidiana se hacía evidente en el suelo, pilares y paredes, cual si fuera mármol negro. El techo, que estaba cubierto por una enredadera de ébano puro que se elevaba por las paredes externas y se filtraba por los grandes ventanales hacia el interior del vasto salón, cubría el techo original del cual se había perdido ya su recuerdo, pero dejando libre el hueco de donde colgaban las pesadas cadenas que sostenían exquisitos candelabros con viejas y derretidas velas de las cuales en su mecha se veía el danzar de las azules flamas del otro mundo. La luz era pobre, pues además a los costados de los seis ventanales que poseía el salón, se encontraban las pesadas cortinas de terciopelo negro que minaban la luz de manera que esta apenas filtrarse pudiera. La gran mesa de los manjares estaba puesta y dispuesta ya para el Banquete, sin mantel ni nada que cubriese su férrea apariencia, con garras en vez de patas y un grueso cristal en la base haciendo más siniestro y tetrico el lugar. Para la ocasión “especial”, el lugar fue adornado con rosas secas y negras, con mariposas muertas y vueltas a la vida usando un poco de magia prohibida, que revoloteaban y se paraban de pilar en pilar, dándole un aspecto más "natural" al salón. Y no podía faltar, como cara principal, la gran puerta de gruesa madera con metálicos adornos plateados y negros, que conformaban ribetes y demás trazos caprichosos. Era como estar afuera sin estar adentro, como si el bosque mismo se hubiera refugiado en ese recinto, como si hubiera dejado su hedor a muerto para vestirse de traje de fiesta, así de imponente y tenebroso lucía el salón principal.
Y los invitados era otro espectáculo digno de ver. Los vengativos Kelpies iban vestidos solo de verdes algas que apenas cubrían sus bien formados cuerpos, escondiendo su verdadera apariencia, incomoda para movilizarse sobre la tierra firme, bajo engañosas y hermosas figuras humanas, ellas, de largos cabellos dorados, ellos, de una abundante cabellera negra, ostentaban ambos salvajes y apasionados ojos negros cuya mirada intensa era imposible en un ser humano. Al contrario que ellos los elfos negros eran signo de elegancia y cuidado en su vestir. Cabello negro y largo, bien recogido en perfectas coletas lucían trajes oscuros con pedrería y algunos incluso usaban zarcillos en sus largas orejas, podrías decir que eran como cualquier humano pero sus sus afilados dientes, las orejas en punta y su altura, muy superior a la de un humano decían otra cosa. Seres que parecían mujeres de rojiza piel, enmarañada cabellera que y en sus espaldas alas de carne casi quemada, se arrastraban por aquí y por alla, completamente desnudas en su forma mitad buitre conversando o graznando mas bien con las Vid´na mejor conocidas como brujas, que contrarias a sus compañeras las arpías, vestían túnicas largas y negras apenas dejando ver enmarcados por su cabello enjutado y desaliñado, sus rostros lívidos y arrugados con enormes narices de gancho en donde varias tenían verrugas y ojos grandes y enrojecidos. Y sin embargo las que mas destacaban en esa masa de seres oscuros y demoniacos era las hadas, de rostros pálidos, hermosos y seductores cuyos cabellos caían como una cascada de ébano negro por sus espaldas en donde algunas atrevidas dejaban ver sus alas semitransparentes de diversos y oscuros matices.
En medio de esta sala sentada en el trono negro con manchas de sangre en las patas con forma de garras, estaba Kendra, mas magnifica y a la vez mas aterradora que todos esos seres oscuros. Miraba con desprecio a todos los demás y su aura era de un orgullo y fiereza tal que incluso era imposible mirarle a los ojos, tan rojos como la sangre, pues daba la impresión que si lo hacias morirías por tal atrevimiento.
Tundra miro el salón y después a los personajes que habían asistido a aquel banquete, y por un segundo, apretó aprehensiva el brazo de Arden, ya que de inmediato se dio cuenta de que en cuanto entro a ese lugar todas las miradas frías y crueles se posaron en ella. Sin embargo suspiro hondo y alzando la cabeza con orgullo desapareció cualquier rastro de nervios o miedo de su rostro, mirando directamente a cada una de esas creaturas. Y es que no iba dejarse intimidar por nadie, no iba a mostrar debilidad ante esas creaturas que seguramente aprovecharían cualquier descuido para aprovecharse para sacar alguna ventaja.
-Vaya, asi que la “invitada de honor” por fin hizo acto de presencia ..-susurro melosa Kendra desde el trono, levantándose para acercarse a ellos, haciendo ondular su largo vestido de niebla de sombras, agregando en tono burlón-miren todos a la niña que es mi heredera y que puede usar las flamas del Infierno, Tundrameredik..
Tundra no respondió y no bajo ni desvió la vista al notar que se acercaba, aunque pudo controlar a tiempo el temblor de las piernas no asi el apretón que le dio en el brazo a Arden, quien hizo una leve venia a esa mujer. No existía nadie mas en ese instante, solo ella y Kendra, no prestaba atención a los demás invitados que la miraban inquisitivamente seguramente preguntándose como era que una chiquilla como ella podía usar ese don otorgado por el soberano del Inframundo, solo se concentraba en no dejar de ver los rojos ojos de esa mujer que a pesar de haberla concebido le guardaba un odio despiadado, sin dejarse vencer en esa lucha silenciosa, sin dejarse humillar al desviar la vista o inclinarse ante ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario